En un mundo donde las plataformas digitales y la información están al alcance de todos, se supone que el talento debería bastar para abrir puertas. Sin embargo, para muchos jóvenes profesionales, la realidad es distinta. Tener habilidades y una sólida preparación no siempre es suficiente para encontrar el lugar que merecen en un mercado laboral cada vez más competitivo y cerrado.
Son incontables las historias de personas con grandes capacidades que han tenido que abrirse camino por su cuenta. En lugar de esperar la oportunidad que nunca llega, muchos han recurrido a crear sus propios blogs, a grabarse en redes sociales o a lanzar pequeños proyectos para darse a conocer. Este esfuerzo individual, aunque admirable, no siempre garantiza el éxito. ¿Por qué? Porque vivimos en un sistema que favorece más las conexiones que el talento puro.
Muchos jóvenes se ven obligados a emprender en solitario, no por elección, sino porque las estructuras sociales y económicas no les brindan las oportunidades que merecen. No basta con tener talento; se necesita una plataforma, recursos, y, en muchos casos, estar en el lugar y momento correctos para recibir ese "sí" que tanto se busca. Sin embargo, la falta de estas oportunidades no desanima a una generación que sigue luchando, aunque en silencio, para destacar y demostrar su valía.
Este fenómeno es una señal clara de que algo está fallando. ¿Cuántos talentos se pierden porque no encuentran el espacio adecuado para desarrollarse? Mientras algunos ascienden sin mucho esfuerzo, otros, con méritos sobrados, son ignorados o no reciben las oportunidades necesarias para crecer. Esto no solo genera frustración, sino también una sensación de desigualdad. Y es que, si bien las plataformas digitales ofrecen ventanas para visibilizarse, no todos cuentan con los recursos ni las conexiones para llegar al público que los ayude a destacar.
Es hora de que como sociedad empecemos a valorar más el esfuerzo, la innovación y el talento que tantos jóvenes tienen. Necesitamos crear espacios inclusivos, donde el potencial no sea ignorado y donde las oportunidades no dependan de a quién conoces, sino de lo que eres capaz de aportar. Porque de lo contrario, seguiremos perdiendo a personas brillantes que se ven forzadas a conformarse con menos de lo que realmente pueden alcanzar.
Esta lucha silenciosa es la realidad de una generación que sigue demostrando su capacidad, incluso cuando el sistema les da la espalda. Es momento de que esa lucha deje de ser invisible y que, finalmente, el talento encuentre las oportunidades que merece.
Aylin Valentín