Santo Domingo. La Embajada de Estados Unidos en República Dominicana está a punto de cumplir cinco años sin un embajador confirmado, una situación que ha degradado la representación diplomática a un nivel interino sostenido por funcionarios de carrera. Desde la salida de Robin S. Bernstein en enero de 2021, ningún presidente estadounidense ha logrado instalar un nuevo titular en Santo Domingo.
Durante la administración de Joe Biden, la embajada permaneció bajo la dirección de encargados de negocios, como Robert W. Thomas, luego de que la nominación de Calvin Smyre se estancara en el Senado. Esta ausencia prolongada ha sido interpretada como una señal de baja prioridad en la agenda diplomática de Washington, a pesar de los profundos vínculos comerciales, migratorios y de seguridad entre ambos países.
Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en 2025, se esperaba un cambio. En marzo, se nominó a Leah F. Campos como embajadora, pero al cierre de agosto, su confirmación aún no ha sido votada por el Senado, manteniendo congelado el proceso.
Aunque la embajada continúa operando con normalidad en áreas técnicas como visados, cooperación y seguridad, la falta de un embajador limita el acceso a los niveles más altos del gobierno dominicano y reduce la capacidad de influir en decisiones estratégicas. En contraste, otras naciones de la región como Panamá, Costa Rica y Haití sí han recibido embajadores confirmados en este mismo período.