En un giro que incrementa la tensión internacional, los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladímir Putin y Donald Trump, han planteado la posibilidad de reanudar ensayos nucleares, poniendo en riesgo décadas de esfuerzos por mantener un mundo sin pruebas de este tipo de armamento.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó de “histeria militarista antirrusa” la reacción de Occidente tras el anuncio de Putin, quien propuso al Gobierno ruso evaluar la reanudación de pruebas nucleares. Esta medida se produce en un contexto de creciente rivalidad estratégica entre Moscú y Washington, y marca el retorno a una retórica nuclear que no se veía desde principios de los años 90.
En agosto, Trump había ordenado el despliegue de un submarino nuclear cerca de las costas rusas, tras comentarios del expresidente ruso Dmitri Medvédev sobre un posible conflicto nuclear, evidenciando la escalada entre ambas potencias.
El actual sistema de control de armamento estratégico es considerado obsoleto por ambos países, ya que no abarca a potencias nucleares como China, India, Pakistán, Israel, Francia o el Reino Unido. Estados Unidos además se ha negado a renovar el tratado START III, cuyo vencimiento está previsto para febrero, y aún no ha respondido a la propuesta rusa de extender su vigencia por un año.
