Por: Pedro René Almonte M.
Las pasadas elecciones nos dejaron a los dominicanos muchos aprendizajes y a la vez más preguntas que respuestas. Por ejemplo: en el caso mío particular, que pretendo entender la política para luego intentar convencer de mi opinión a los demás, vi como el dinero para ganar elecciones es tan necesario como echarle limón a una limonada. También presencié como el aparato del Estado, sus instituciones y los funcionarios que dirigen dichas instituciones, tienen la capacidad de torcer y doblegar la voluntad popular e inclinar la balanza a su favor. Pero de lo que realmente más convencí, y digo esto porque ya lo daba por sentado, es que: el Estado sí puede ser vencido, el carisma no se transfiere y el liderazgo no se hereda (hay que construirlo con trabajo político).
En tal sentido, pretender minimizar la figura política en la que se ha convertido Omar Fernández, es el error más grave que pueden cometer sus adversarios o su competencia directa. Ese “muchacho” se ha convertido en un fenómeno, y para muestra está el botón de que a cada lugar que va, de manera espontánea los jóvenes se le acercan para saludarle, y echarse una foto con él. Definitivamente al joven Fernández ya lo “aspiran”, y de esto se han percatado los “Dinosaurios políticos”. Un dinosaurio político es un espécimen que tiene “siglos” en la política y no se retira.
Algunos dinosaurios políticos , ya pusieron los ojos y los brazos sobre Omar Fernández, y ven en él , la dosis de colágeno necesaria para mantener su piel saludable y reducir las arrugas , que por más que lo quieran evitar , el tiempo pasa sobre nosotros llevándose la juventud que solíamos tener . Aunque es cierto que el colágeno ayuda…
Por lo tanto, cuando digo que el carisma no se transfiere es porque en las pasadas elecciones municipales, presencié como Omar se echó al hombro la candidatura a la alcaldía del DN de Domingo Contreras, y éste aun así no pudo vencer a la carismática Carolina Mejía. Por eso, como amor con amor se paga, Domingo Contreras ve como Omar puede convertirse en el colágeno que necesita para arrugarse lo menos posible con el paso del tiempo; asumiéndolo desde ya como su candidato presidencial. Lo propio ha hecho el Senador Félix Bautista, y es que la idea no es descabellada, al contrario, es muy buena.
Omar, no es que tiene mucho futuro, si no que se ha convertido en el presente de mucha gente, pero así como el tiempo se le termina a los dinosaurios políticos; a Omar todavía le sobra y debe tener la capacidad de esperar. La paciencia, el manejo de las emociones e identificar la coyuntura adecuada, son fundamentales para un político que busca subir a lo más alto del podio.
Espera Omar… Espera… como dijo Miguel de Cervantes: “Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas, a muchas amargas dificultades”.