Etiopía inaugura la mayor presa de África en medio de tensiones con Egipto y Sudán por el control del Nilo

Etiopía inaugura la mayor presa de África en medio de tensiones con Egipto y Sudán por el control del Nilo

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Adís Abeba (EFE).- La Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), que se ha inaugurado hoy martes, no es solo el mayor proyecto hidroeléctrico de África, sino también el detonante de una larga disputa por el control del agua del Nilo entre Etiopía, Egipto y Sudán.

Estas son las claves para entender el contencioso en torno a esta enorme infraestructura, considerada un orgullo nacional y una necesidad económica por Adís Abeba, pero vista como una amenaza por los otros países ribereños.

La mayor central hidroeléctrica de África

Diseñada inicialmente para generar 6.000 megavatios de electricidad y almacenar unos 74.000 millones de metros cúbicos de agua en el lago artificial Nigat (Amanecer, en amárico), la capacidad de la GERD fue ajustada finalmente a 5.150 megavatios (equivalente a casi seis centrales nucleares).

La presa, con una altura de 145 metros y una superficie máxima de 1.874 kilómetros cuadrados (un área mayor que la ciudad de Londres), se empezó a construir en 2011, bajo el Gobierno del entonces primer ministro Meles Zenawi (1995-2012).Está situada en la región de Benishangul-Gumuz (oeste), a unos quince kilómetros de la frontera con Sudán, en el Nilo Azul.

El río Nilo, cuya cuenca hidrográfica abarca once países, tiene dos afluentes principales: el Nilo Blanco, que se origina en la región de los Grandes Lagos; y el Nilo Azul, que empieza en el lago Tana de Etiopía y aporta al río el 85 % de su agua.

Valorada en unos 5.000 millones de dólares (cerca de 4.300 millones de euros), la mayor parte de la GERD ha sido financiada por Etiopía mediante la venta de bonos del Gobierno y contribuciones de ciudadanos.

El control del Nilo

El conflicto por el control del Nilo no es nuevo, sino que data de décadas atrás, pero la construcción de la megapresa ha agudizado el problema.

Egipto se remonta a la época colonial para reclamar sus «derechos históricos naturales» sobre el río, con base en un tratado de 1929 entre El Cairo y Londres y otro de 1959 entre Egipto y Sudán.

Esos documentos no sólo asignan toda el agua del Nilo a Egipto (el 85 %) y a Sudán, sino que también establecen que toda obra de ingeniería hidráulica que pueda afectar al curso del agua debe ser autorizada por estos dos países.

Sin embargo, no tienen en cuenta a las otras naciones ribereñas: además de Etiopía, Uganda, Tanzania, la República Democrática del Congo (RDC), Ruanda, Burundi, Kenia, Eritrea y Sudán del Sur.Por eso, Adís Abeba rechaza esos tratados y se remite al Acuerdo Marco de Cooperación de la Cuenca del Nilo, concluido en 2010 y firmado por seis países, pero que rechazan Egipto y Sudán.

Orgullo nacional o amenaza

Etiopía considera la presa vital para su economía y espera no solo que le permita satisfacer las necesidades energéticas de sus 135 millones de habitantes, la mayoría de los cuales -alrededor un 60 %- no tiene electricidad, sino también poder exportarla a otros países.

El proyecto también se ha convertido en un poderoso símbolo de orgullo nacional y ha impulsado el nacionalismo etíope, uniendo a una población a menudo dividida por tensiones étnicas y políticas.

Para Egipto, en cambio, la GERD representa una amenaza a su seguridad nacional, ya que casi toda su agua potable proviene del Nilo, lo que ha llevado al país a denunciar las «políticas unilaterales» etíopes ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

Sudán también sostiene que la GERD amenaza su seguridad hídrica.

Negociaciones infructuosas

A pesar de la celebración de varias rondas de negociación desde 2015, los países no han logrado llegar a un acuerdo y Etiopía ha seguido con la construcción y los sucesivos llenados de la presa.

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