El camino silencioso de la depresión: una batalla que pocos ven

El camino silencioso de la depresión: una batalla que pocos ven

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Estoy deprimida: un grito de auxilio que muchas personas viven entre risas, fiestas y mucho llanto en silencio. Cuando nadie te ve, tus penas se desvanecen en la mirada perdida, y delante de todos es silenciosa. Es un vacío que rompe el alma, una soledad llena de personas, un llanto que muchas veces no cesa, una sonrisa que se pierde. Es un pasillo oscuro sin luz visible. Los síntomas son tan imperceptibles como estar agotada todo el tiempo, no tener deseos de salir, no dormir, no querer hacer nada en lo absoluto. Nada tiene sentido y te va matando lentamente.

Es morir en vida sin notarlo; se requiere de mucha valentía para atravesar una crisis de tristeza, identificar la causa. Llorar es permitido, sentir dolor es permitido, pero salir de ese lugar oscuro requiere mucho valor. Buscar en lo más profundo del ser las causas de lo que nos entristece y solucionarlo.

Los psicólogos siempre llaman a ocuparse: una mente ocupada no tiene tiempo para deprimirse. Te guían a buscar intereses, lecturas, practicar algún deporte, o alguna clase que tenías pospuesta. Lo llaman "buscarse un amante que te devuelva la vida", pero simplemente es esa actividad que te llena de energía.

Vamos a hablar de lo costosas que son las consultas, que los seguros no cubren en su mayoría. ¿Cómo puede un ser humano prevenir su dolor si la cura no está a su alcance? Imagina pagar semanalmente cuatro mil pesos para que un terapeuta te guíe. Es ilógico prevenir el suicidio en un país donde las condiciones económicas no lo permiten.

Desde la experiencia de quien escribe, sufrí depresión postparto, a la vista de todos, y solo una persona lo notó. Recuerdo que siempre he buscado la cura hasta por una uña que pierde color, en serio. Comencé a notar que no estaba siendo agradecida y que estaba en los lugares sin disfrutar nada en lo absoluto. Yo, que bailaba sola en el supermercado (confieso que no sé bailar), la dueña de las risas de la nada, de repente nada tenía sentido para mí, aunque en mis brazos estaba el mejor regalo que algún ser humano podría tener: un hijo saludable.

Fue entonces que de inmediato llamé a una terapeuta amiga, a la que nombro "el ángel que Dios envió para ayudarme", Mircia Pacheco. En pocas terapias, ya estaba como si nada hubiera pasado; sin embargo, este no es el caso de la mayoría.

Salir de una depresión requiere coraje: sacar todo lo que nos duele, que a veces es bastante; también mover el árbol para que caigan los frutos dañados, y dejar patrones y conductas que nos hacen daño y que seguimos repitiendo.

Yo creo en Dios, y esta es una parte fundamental para poder prevenir la depresión. Por más tristeza que exista, debemos estar confiados en que en Él siempre tendremos una salida, siguiendo las indicaciones médicas y recibiendo ayuda espiritual. Un círculo saludable, donde todos sean personas cercanas que puedan entender nuestro dolor, es crucial.

escrito por: Amanda Morel

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