
Santo Domingo, R.D. – En medio de cantos, lágrimas, palabras de amor y expresiones sinceras de gratitud, familiares, amigos, colegas y seguidores despidieron este jueves al icónico merenguero dominicano Rubby Pérez, quien falleció en la tragedia ocurrida durante el colapso del techo de la discoteca Jet Set, en el Distrito Nacional.
El sepelio tuvo lugar en el parque cementerio Puerta del Cielo, donde los presentes acompañaron a la familia en un momento cargado de simbolismo, fe y dolor. Rubby Pérez, considerado una de las voces más potentes y queridas del merengue, fue honrado no solo por su música, sino por su calidad humana y el amor que sembró en cada escenario que pisó.
Antes de su inhumación, se llevó a cabo un acto íntimo en el que su hermano Micaías Pérez tomó la palabra para expresar los sentimientos que embargan a su familia:
“Este es un momento para el cual no estábamos preparados. Había muchos planes… demasiados planes. Pero siempre decimos que Dios tiene el control y el dominio de todas las cosas”, expresó conmovido ante el féretro de su hermano.
Acompañado por una multitud que lo admiró en vida, Rubby fue despedido al ritmo de sus canciones más emblemáticas, con mensajes cargados de amor y flores que adornaban el lugar como símbolo del legado que deja atrás.
El artista, cuyo nombre real era Roberto Antonio Pérez Herrera, deja una huella imborrable en el corazón del pueblo dominicano. Su inconfundible voz, carisma y pasión por la música lo convirtieron en un ícono del merengue y un embajador cultural de República Dominicana.
Durante la ceremonia, Micaías agradeció profundamente a todos los que han apoyado a la familia en estos días difíciles:
“Gracias a todos los que amaron sinceramente a Robertico, como lo llamábamos con cariño. Nos queda su música, su sonrisa, su historia… y eso vivirá para siempre”.
La música se convirtió en el lenguaje del adiós. Amigos artistas, allegados y fanáticos presentes entonaron algunas de sus canciones más memorables, dándole al homenaje una mezcla de dolor, celebración y eterno agradecimiento.
Con su partida física, se cierra un capítulo dorado del merengue, pero el legado de Rubby Pérez continúa vivo en cada nota, en cada recuerdo y en cada corazón que alguna vez vibró con su voz.